Tu misión consiste en recoger todos y cada uno de los cocos que se esparcen por los niveles. Parece fácil ¿verdad? Nada más lejos de la realidad. Las fases están llenas de fantasmas que se mueven, etc... y la única manera que tienes de esquivar todos estos contratiempos es usar las armas que hay por los pasillos. Y, dicho sea de paso, tener unos excelentes reflejos ¿la cosa cambia, verdad?
El juego tiene unos gráficos realmente buenos, desde el gráfico del protagonista a los enemigos, en los menús, etc... se nota el buen hacer de sus programadores. A destacar cuando Mad se vuelve amarillo, como los fantasmas ponen una cara de espanto... en fin, detalles gráficos realmente buenos y uso correcto de los colores. El sonido, bastante funcional en todos sus aspectos, no es precisamente el punto más fuerte del juego. Aunque hay melodías, no hace uso del chip del 128k. Los movimientos responden muy bien al teclado, aunque en determinados momentos de mucha “carga” gráfica, el desarrollo se ralentiza un poco.
A todas luces las vidas de las que dispones son insuficientes, aunque durante el juego puedes conseguir algunas más. Su dificultad es, por tanto, elevada aunque superable tras unas cuantas partidas. Quizás hubiera ayudado a equilibrar la dificultad la presencia de claves/códigos para continuar la partida en el punto donde lo hayas dejado, algo que no hicieron. La adicción es muy elevada, su gran dificultad ayuda a ello, pero también puede conseguir desesperarnos el tener que pasar un número tan elevado de niveles. Es un juego largo y un reto para cualquier jugón.
Nota: 80,23%
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